Notas EGW

Lección 1
Cómo vivir en una sociedad 24/7




Sábado 26 de junio

El universo celestial manifiesta el mayor interés por este puntito perdido del mundo… No obstante, cuando nos ponemos en contacto con la actividad incesante de nuestras ciudades, cuando nos mezclamos con las multitudes en nuestras populosas avenidas, cuando entramos en los mercados y caminamos por las calles; en todos esos lugares, de la mañana a la noche, la gente obra como si los negocios, los deportes y los placeres fueran el todo de la vida, como si fueran lo único que debe ocupar la mente. ¡Cuán poco consideran a los instrumentos invisibles!

Todo el cielo está profundamente interesado en los seres humanos que están tan llenos de actividades, y que no tienen pensamientos para lo invisible… A veces las inteligencias celestiales descorren el velo que oculta el mundo invisible, con el fin de que nuestra mente pueda ser desviada del apresuramiento y la ansiedad, considere que hay testigos para todo lo que hacemos y decimos, tanto cuando estamos dedicados a nuestros negocios, como cuando nos encontramos solos (Hijos e hijas de Dios, p. 39).

Anhela mi alma y aun ardientemente desea los atrios de Jehová; mi corazón y mi carne cantan al Dios vivo. Salmo 84:2.

Cuando el pueblo de Dios aparte sus ojos de las cosas de este mundo y los ponga en el cielo y en las cosas celestiales, serán un pueblo peculiar, porque verán la misericordia, bondad y compasión que Dios ha manifestado por los hijos de los hombres. Su amor les exigirá una respuesta, y sus vidas evidenciarán a quienes los rodean que el espíritu de Dios los domina, que están poniendo sus afectos en las cosas de arriba y no en las de la tierra (En los lugares celestiales, p. 370).

Necesitamos comprender mejor el sentido de estas palabras: “Debajo de su sombra me senté con gran deleite”. Cantares 2:3 (VM). Ellas no evocan en nuestro espíritu la imagen de un apresuramiento febril, sino por el contrario, la de un dulce reposo. Son muchos los que profesan ser cristianos y que manifiestan inquietud y depresión, y los que rebosan actividad, pero no pueden hallar tiempo para reposar tranquilamente en las promesas de Dios. Obran como si no pudiesen permitirse tener paz y tranquilidad. A estos dirige Cristo esta invitación: “Venid a mí… que yo os haré descansar”. Mateo 11:28. Apartémonos de las encrucijadas polvorientas y calurosas que frecuenta la multitud y vayamos a descansar a la sombra del amor del Salvador. Allí es donde obtendremos fuerza para continuar la lucha; allí es donde aprenderemos a reducir nuestros afanes y a loar a Dios. Aprendan de Jesús una lección de calma confiada aquellos que están trabajados y cargados. Deben sentarse a su sombra si quieren recibir de él paz y reposo (Testimonios para la iglesia, t. 7, p. 170).



Domingo 27 de junio
CANSADOS Y AGOTADOS

Al bendecir el séptimo día en el Edén, Dios estableció un recordativo de su obra creadora. El sábado fue confiado y entregado a Adán, padre y representante de toda la familia humana. Su observancia había de ser un acto de agradecido reconocimiento de parte de todos los que habitasen la tierra, de que Dios era su Creador y su legítimo soberano, de que ellos eran la obra de sus manos y los súbditos de su autoridad. De esa manera la institución del sábado era enteramente conmemorativa, y fue dada para toda la humanidad. No había nada en ella que fuese obscuro o que limitase su observancia a un solo pueblo.

Dios vio que el sábado era esencial para el hombre, aun en el paraíso. Necesitaba dejar a un lado sus propios intereses y actividades durante un día de cada siete para poder contemplar más de lleno las obras de Dios y meditar en su poder y bondad. Necesitaba el sábado para que le recordase más vivamente la existencia de Dios, y para que despertase su gratitud hacia él, pues todo lo que disfrutaba y poseía procedía de la mano benéfica del Creador (Historia de los patriarcas y profetas, pp. 28, 29).

A cada instante somos sostenidos por el cuidado de Dios y por su poder. Él pone alimento en nuestras mesas. Nos proporciona un sueño pacífico y reparador. Cada semana nos da el día sábado para que reposemos de nuestras labores temporales y lo adoremos en su propia casa. Nos ha dado su Palabra para que está sea como una lámpara para nuestros pies y una lumbrera en nuestro camino. En sus páginas sagradas encontramos sabios consejos; y tantas veces como elevamos nuestros corazones hacia él en penitencia y con fe, él nos concede las bendiciones de su gracia. Pero por encima de todo, se destaca el don infinito que Dios hizo al dar a su Hijo amado, por medio de quien fluyen todas las demás bendiciones para esta vida y para la vida venidera (Consejos sobre la mayordomía cristiana, p. 20).

El exceso de trabajo causa a veces la pérdida del dominio propio. Pero el Señor nunca obliga a realizar movimientos precipitados, complicados. Muchos acumulan sobre sí cargas que el misericordioso Padre celestial no colocó sobre ellos. Uno a otro se suceden precipitadamente los deberes que Dios nunca tuvo el propósito de que los llevaran a cabo. Dios desea que comprendamos que no glorificamos su nombre cuando tomamos tantas cargas que nos hallamos oprimidos y, por haber cansado el corazón y el cerebro, nos irritamos, nos impacientamos y regañamos. No hemos de llevar más que aquellas responsabilidades que el Señor nos da, confiando en él y manteniendo así nuestro corazón puro y lleno de ternura y compasión (Mensajes para los jóvenes, pp. 93, 94).

Cada día trae sus responsabilidades y deberes, pero la obra de mañana no debe abarcarse en las horas de hoy. Dios es misericordioso, lleno de compasión, razonable en lo que pide. No exige de nosotros que sigamos un curso de acción que resulte en pérdida de la salud física o debilitamiento de las facultades mentales. El no quiere que trabajemos bajo presión y tensión hasta que a ello siga el agotamiento, con postración de los nervios (Obreros evangélicos, p. 260).


Lunes 28 de junio
ANDAR CON EL TANQUE VACÍO

Los siervos de Cristo no han de tratar su salud con indiferencia. No trabaje nadie hasta el agotamiento, con lo cual se descalificará para esfuerzos futuros. No tratéis de hacer en un día el trabajo de dos días. Al fin se verá que los que trabajaron cuidadosa y prudentemente han hecho tanto como aquellos que gastaron de tal manera su fuerza física y mental que no les quedo reserva de la cual sacar en tiempo de necesidad.

La obra de Dios es mundial; exige toda jota y tilde de la capacidad y fuerza que tengamos… Después que sus siervos hayan hecho lo mejor que puedan, podrán decir: La mies a la verdad es mucha, y los obreros pocos; mas Dios “conoce nuestra condición; acuérdase que somos polvo”. Salmo 103:14 (Obreros evangélicos, p. 259).

El Señor nos revela su voluntad de tres maneras, para conducirnos y capacitarnos para conducir a otros. ¿Cómo es posible distinguir su voz de la de un extraño? ¿Cómo es posible distinguirla de la voz de un falso pastor? Dios nos revela su voluntad en su Palabra, las Sagradas Escrituras. Su voz se revela también en sus actos providenciales; y la reconoceremos si no separamos nuestras almas de él siguiendo nuestros propios caminos, actuando conforme a nuestra propia voluntad, y siguiendo los dictados de un corazón no santificado, hasta el punto en que nuestros sentidos se han confundido de tal manera que las cosas eternas no se disciernen, y la voz de Satanás está tan disimulada que se acepta como la voz de Dios.

Otra de las maneras en que se escucha la voz de Dios es mediante las apelaciones de su santo Espíritu que impresionan el corazón y que luego se manifiestan en el carácter. Si tiene usted alguna duda acerca de cualquier tema, debe en primer lugar consultar las Escrituras. Si verdaderamente ha comenzado la vida de fe, usted se ha entregado al Señor para ser enteramente suyo, y él lo ha tomado para amoldarlo y labrarlo conforme a sus propósitos con el fin de que sea un utensilio para honra (Testimonios para la iglesia, t. 5, p. 483).

Clamen a Dios todos los que son afligidos o tratados injustamente. Apartaos de aquellos cuyo corazón es como el acero, y haced vuestras peticiones a vuestro Hacedor. Nunca es rechazado nadie que acuda a él con corazón contrito. Ninguna oración sincera se pierde. En medio de las antífonas del coro celestial, Dios oye los clamores del más débil de los seres humanos. Derramamos los deseos de nuestro corazón en nuestra cámara secreta, expresamos una oración mientras andamos por el camino, y nuestras palabras llegan al trono del Monarca del universo. Pueden ser inaudibles para todo oído humano, pero no morirán en el silencio, ni serán olvidadas a causa de las actividades y ocupaciones que se efectúan. Nada puede ahogar el deseo del alma. Este se eleva por encima del ruido de la calle, por encima de la confusión de la multitud, y llega a las cortes del cielo. Es a Dios a quien hablamos, y nuestra oración es escuchada (Palabras de vida del gran Maestro, pp. 137, 138).


Martes 29 de junio
CÓMO DEFINE EL DESCANSO EL ANTIGUO TESTAMENTO

En todos los tiempos los testigos señalados por Dios se han expuesto al vituperio y la persecución por amor a la verdad. José fue calumniado y perseguido porque mantuvo su virtud e integridad. David, el mensajero escogido de Dios, fue perseguido por sus enemigos como una fiera. Daniel fue echado al foso de los leones porque se mantuvo fiel al cielo. Job fue privado de sus posesiones terrenales y estuvo tan enfermo que le aborrecieron sus parientes y amigos; pero aun así mantuvo su integridad. Jeremías no pudo ser disuadido de decir las palabras que Dios le había ordenado hablar; y su testimonio enfureció tanto al rey y a los príncipes que le echaron en una inmunda mazmorra. Esteban fue apedreado porque predicó a Cristo y su crucifixión. Pablo fue encarcelado, azotado con varas, apedreado y finalmente muerto porque fue un fiel mensajero de Dios a los gentiles. Y Juan fue desterrado a la isla de Patmos “por la palabra de Dios y el testimonio de Jesucristo”.

Estos ejemplos de constancia humana atestiguan la fidelidad de las promesas de Dios, su constante presencia y su gracia sostenedora. Testificaron del poder de la fe para resistir a las potestades del mundo. Es obra de la fe confiar en Dios en la hora más obscura, y sentir, a pesar de ser duramente probados y azotados por la tempestad, que nuestro Padre empuña el timón. Solo el ojo de la fe puede ver más allá de las cosas presentes para estimar correctamente el valor de las riquezas eternas (Los hechos de los apóstoles, pp. 459, 460).

La vida de Adán fue una vida de tristeza, humildad y continuo arrepentimiento. Al enseñar a sus hijos y a sus nietos a temer a Jehová, con frecuencia se le reprochó amargamente su pecado, que había causado tanta miseria a su posteridad. Cuando salió del hermoso Edén, el pensamiento de que debía morir lo sacudió de horror. La muerte le pareció una terrible calamidad. Por primera vez se puso en contacto con la tremenda realidad de la muerte en la familia humana cuando su propio hijo Caín asesinó a su hermano Abel. Lleno de amargo remordimiento por causa de su propia transgresión, privado de su hijo Abel, con plena conciencia de que Caín era asesino, y reconociendo la maldición que Dios había pronunciado sobre él, el corazón de Adán se quebrantó de dolor. Con mucha amargura se reprochó su primer gran pecado. Suplicó el perdón de Dios por medio del Sacrificio prometido. Sentía profundamente la ira de Dios por el crimen perpetrado en el paraíso. Fue testigo de la corrupción general que finalmente obligó a Dios a destruir a los habitantes de la tierra por medio de un diluvio. La sentencia de muerte que había pronunciado sobre él su Hacedor, que al principio le había parecido terrible, después de haber vivido algunos siglos le pareció justa y misericordiosa de parte de Dios, pues ponía fin a una vida miserable (La historia de la redención, p. 57).


Miércoles 30 de junio | Lección 1
EL DESCANSO EN EL NUEVO TESTAMENTO

Las compasivas palabras de Cristo se dirigen a sus obreros actuales tanto como a sus discípulos de entonces. “Venid vosotros aparte… y reposad un poco”, dice aún a aquellos que están cansados y agobiados. No es prudente estar siempre bajo la tensión del trabajo y la excitación, aun mientras se atiendan las necesidades espirituales de los hombres; porque de esta manera se descuida la piedad personal y se agobian las facultades de la mente, del alma y del cuerpo. Se exige abnegación de los discípulos de Cristo y ellos deben hacer sacrificios; pero deben tener cuidado, no sea que por su exceso de celo, Satanás se aproveche de la debilidad humana y perjudique la obra de Dios.

En la estima de los rabinos, era la suma de la religión estar siempre en un bullicio de actividad. Ellos querían manifestar su piedad superior por algún acto externo. Así separaban sus almas de Dios y se encerraban en la suficiencia propia. Existen todavía los mismos peligros. Al aumentar la actividad, si los hombres tienen éxito en ejecutar algún trabajo para Dios, hay peligro de que confíen en los planes y métodos humanos. Propenden a orar menos y a tener menos fe. Como los discípulos, corremos el riesgo de perder de vista cuánto dependemos de Dios y tratar de hacer de nuestra actividad un salvador. Necesitamos mirar constantemente a Jesús comprendiendo que es su poder lo que realiza la obra. Aunque hemos de trabajar fervorosamente para la salvación de los perdidos, también debemos tomar tiempo para la meditación, la oración y el estudio de la Palabra de Dios (El Deseado de todas las gentes, p. 329).

Los que aprenden de Jesús su humildad y mansedumbre, encuentran reposo en la experiencia de practicar las lecciones de Cristo. No se obtiene reposo en la indolencia, el egoísmo y la búsqueda de placeres. Los que no están dispuestos a dar al Señor un servicio fiel, ferviente y amante, no encontrarán reposo espiritual ni en esta vida ni en la venidera. El trabajo diligente es lo único que produce paz y gozo en el Espíritu Santo: felicidad en esta tierra y gloria en el más allá (Comentarios de Elena G. de White en Comentario bíblico adventista del séptimo día, t. 7, p. 940).

Habrá paz, constante paz fluyendo al alma, porque el reposo se encuentra en la perfecta sumisión a Jesucristo. La obediencia a la voluntad de Dios se encuentra en el descanso. El discípulo que anda en los humildes pasos del Redentor, encuentra el reposo que el mundo no puede darle, y que el mundo no puede quitarle. “Tú le guardarás en completa paz, cuyo pensamiento en ti persevera; porque en ti se ha confiado”. Isaías 26:3 (Nuestra elevada vocación, p. 100).

La vida en Cristo es una vida de reposo. Tal vez no haya éxtasis de los sentimientos, pero debe haber una confianza continua y apacible. Tu esperanza no se cifra en ti mismo, sino en Cristo. Tu debilidad está unida a su fuerza, tu ignorancia a su sabiduría, tu fragilidad a su eterno poder. Así que no has de mirar a ti mismo ni depender de ti, sino mirar a Cristo (El camino a Cristo, p. 70)


Jueves 1º de julio
“ERRANTE Y EXTRANJERO”

A [Caín y a Abel] se les había enseñado todo lo concerniente a la provisión hecha para la salvación de la raza humana. Se les requirió que pusieran en práctica un sistema basado en la humilde obediencia, que manifestaran reverencia hacia Dios y su fe y su dependencia en el Redentor prometido, por medio de la muerte de los primogénitos del rebaño y la presentación solemne de ellos junto con su sangre como holocausto ofrecido al Señor. Ese sacrificio los induciría a recordar siempre su pecado y al Redentor venidero, que habría de ser el gran sacrificio realizado en favor del hombre.

Caín… no estaba dispuesto a seguir estrictamente el plan de obedecer y conseguir un cordero para ofrecerlo con los frutos de la tierra. Simplemente tomó lo de la tierra y pasó por alto el requerimiento de Dios… Abel aconsejó a su hermano que no se presentara delante del Señor sin la sangre de los sacrificios. Caín, puesto que era el mayor, no quiso escuchar a su hermano. Despreció su consejo, y con dudas y murmuraciones con respecto a la necesidad de las ofrendas ceremoniales, presentó su ofrenda. Pero Dios no la aceptó (La historia de la redención, pp. 54, 55).

Cuando Caín vio que su ofrenda era desechada, se enfureció contra el Señor y contra Abel; se disgustó porque Dios no aceptaba el sacrificio con que el hombre substituía al que había sido ordenado divinamente, y se disgustó con su hermano porque este había decidido obedecer a Dios en vez de unírsele en la rebelión contra él. A pesar de que Caín despreció el divino mandamiento, Dios no le abandonó a sus propias fuerzas; sino que condescendió en razonar con el hombre que se había mostrado tan obstinado. Y el Señor dijo a Caín: “¿Por qué te has ensañado, y por qué se ha inmutado tu rostro?” Por medio de un ángel se le hizo llegar la divina amonestación: “Si bien hicieres, ¿no serás ensalzado? y si no hicieres bien, el pecado está a la puerta”. Génesis ٤:٦, ٧. Tocaba a Caín escoger. Si confiaba en los méritos del Salvador prometido, y obedecía los requerimientos de Dios, gozaría su favor. Pero si persistía en su incredulidad y transgresión, no tendría fundamento para quejarse al ser rechazado por el Señor…

Caín odió y mató a su hermano, no porque Abel le hubiese causado algún mal, sino “porque sus obras eran malas, y las de su hermano justas”. ١ Juan ٣:١٢. Asimismo odiaron los impíos en todo tiempo a los que eran mejores que ellos. La vida de obediencia de Abel y su fe pronta para responder eran un perpetuo reproche para Caín… Cuanto más clara sea la luz celestial reflejada por el carácter de los fieles siervos de Dios, tanto más a lo vivo quedan revelados los pecados de los impíos, y tanto más firmes serán los esfuerzos que harán por destruir a los que turban su paz (Historia de los patriarcas y profetas, pp. 61, 62).

El amor a sí mismo es lo que trae inquietud. Cuando hayamos nacido de lo alto, habrá en nosotros el mismo sentir que hubo en Jesús, el sentir que le indujo a humillarse a fin de que pudiésemos ser salvos. Entonces no buscaremos el puesto más elevado. Desearemos sentarnos a los pies de Jesús y aprender de él. Comprenderemos que el valor de nuestra obra no consiste en hacer ostentación y ruido en el mundo, ni en ser activos y celosos en nuestra propia fuerza. El valor de nuestra obra está en proporción con el impartimiento del Espíritu Santo. La confianza en Dios trae otras santas cualidades mentales, de manera que en la paciencia podemos poseer nuestras almas (El Deseado de todas las gentes, p. 298).